miércoles, 16 de agosto de 2017

LA REVOLUCIÓN DESDE LA CAMA (Tributo a Tato Garabato)

Tato fue un grande, y el domingo se fue de gira… de ronda y solfeos, riffs y notas adiestradas. Tenía la pelada de los grandes: como músico era Luca Prodan; como artista era Alberto Olmedo; como poeta era Girondo y por momentos Neruda respirando hondo; como político irónico era Tato Bores; como actor nos hacía reír y llorar, un Luis Sandrini; como Luthier era Marcos Mundstock, como  inventor era Da Vinci; como dije tenía la pelada de los grandes, la palabra de justos, la voz de los que cantan.

Garabato fue todo eso y algo más… ese más que nadie podía describir más que otro más… Tato era un mito, era cañadense, el Punto G de los políticos de turno; era el hijo de Elder.
Amante de los niños, odiante de las cadenas nacionales; bondadoso, humano y serenamente un rebelde. Era el agua de todos los aceites; el hijo de todas la madres, el padre de todos los ángeles; el amigo de todos los seres. Los aplausos en el Verdi, la sinfonía más amada, el Hogar con sonrisas enmarcadas.

Su templanza nos conectaba con el mundo de los artistas, nos daba las riendas de todos los corceles; su mirada, ah! Su mirada… simplemente la transparencia de la humildad en la oscuridad de los ojos; su brillito de Garabato en su José Fernández de nostálgicos. Dos micrófonos, dos entradas… las noticias, las carcajadas. Garabatos de justicia a cara lavada; contra herejes y malvadas. Enemigo de la hipocresía, de los “No Poseo” y las Toyotas 2011; era sinónimo de la palabra amigo. No te aflijas, no es la lluvia, son las lágrimas de los que están con él riendo a carcajadas.

Nació en su septiembre nuevo; en su seis del día; armó castillos de cristal, dialogó con los sabios, tocó música con los gigantes; fue liliputiense en la bahía de sus parpados; montó su potrillo de Quijote, y acarreó a los sanchos con alma. Galopando por los techos en la antena anudada despojó de miedo a los que callan. Los Murciélagos, las garrafas descorchadas, los instrumentos de madrugada, los besos en las ramblas, “Desafinando tus oídos”, silbando con papeles los canarios; el pelado y el peludo; en la terraza las ranas. CristiNets, la cinta de enmascarar y la luz semiapagada.
Tato Garabato creó la humanidad entre los necios; abrió esperanzas entre los ciegos; dibujó albores entre los infantes; abrió la garganta con cansancios en la noche para entonarlos de mañana, sacudió a los suelos de los poderosos; mientras todos los hipócritas se convertían en revolucionarios en los cafetines de la cuadra, el maestro hizo la revolución de pie y también desde la cama.

Fue impune con los “Impunes”, fue el guía de los “Gabis”, fue la magia del “Tío WhatsApp”; el esplendor de la “Diapasónica”; la primavera de la canciones más sentidas; fue sorpresa en Pandora Box. Es su saxo, el xilofón, la guitarra y violín, los celestines, el acordeón es la nota más perfecta, pues, SI LA CLAVE DE SOL Y LA RE DO… ¡FA!, es el viento, la brisa y la tempestad. Es la calma, la acción, la inquietud. Es Tato Garabato, ¿quién va a ser si no? De las doce, el más maestro de todos los docentes. El maestro de la vida. “Humo sobre el agua”.

Es la mañana del buen día, es la nube de todos los firmamentos; es la espada de cables chuecos, de cobres desconectados, de Alegranzas y Tristezas; de puteadas y poesía; su Independiente, “el Rojo”, el club de sus amores. Es Tato Garabato; sí, ¿quién va a ser si no? Es aquel que va allá, ¿lo ves?, sí allá, entre los niños, con su crisol de cuentos y Buscaglias; con sus muletas como alas.
Quien va a ser sino… “¿Qué haces Pibe… todo bien? enchufá los micrófonos que ahora salimos al aire… le entramos a Pandora
Es Tato; “Te lo digo yo… Post Data”.
A pesar de no poder verlo sobre el suelo, siempre canta eternamente cuando oigamos en el buche de las aves, Garabato hecho trinos.



Por Emanuel N. Soverchia

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